Fira de la transhumància a Pujalt

La Fira de la Transhumància de Pujalt es una de aquellas sorpresas inesperadas con que un dominguero puede encontrarse. Una población que no debe llegar al centenar de habitantes se llena de miles de gentes un domingo por el mes de mayo. La idea de esta fiesta se merece un premio y la popularidad va en aumento. Se trata de un homenaje a la antigua vida de los pastores, en un momento en que ya casi no quedan. Durante toda la jornada se realizan actividades propias del pastoreo, desayuno de pastores, esquilada de ovejas,.... y las calles de pueblo se convierten en un escaparate de las profesiones del mundo rural antiguo.

Aquellas fiestas tan católicas

El centro era la Iglesia y desde allí se dominaba todo el pueblo. Un día de fiesta era un día de misa. El franquismo se vivía plácida y cristianamente lejos de las grandes ciudades; entre sermones y procesiones la vida transcurría sin grandes sobresaltos. La lujuria y y el pecado eran cosas de la Capital.

Cada fiesta, cada acto, contaban con el beneplácito de las autoridades, civiles y religiosas, también militares si era necesario.

La procesión del Corpus, la visita del obispo, el Vía Crucis, la bendición de la palma, la llegada de los Reyes Magos,.... eran los motivos para que la gente se sintiera contenta y ataviada con las mejores vestimentas se echaran a la calle para celebrar un día de jolgorio y alegría, pero no solos, con Dios y con el cura.

Tarde de domingo en las playas de Lomé

Para un occidental resulta sorprendente el uso de la playa en algunos países. Las tardes del domingo las playas de Lomé (Togo) son un hervidero, pero lo que hace la gente es vestirse con su mejor ropa e ir a lucirla sobre la arena, al tiempo que se da un paseo con los amigos o la familia. Un europeo no puede entender porque allí donde unos se desnudan, otros se visten con sus mejores modelos y lejos de refrescarse con un baño, se conforman con un helado o una bebida.

JEMAA EL FNA

Con la atenta mirada de la "Kitoubia", Jemaa El Fna se erige en el punto central de todo un país. Allí convergen los turistas, la belleza, el típico caos africano, el espectáculo,....

El que visita la Plaza por vez primera, debería entrar hacia el anochecer, cuando ya está armado todo el bullicio, las músicas sonando y el humo de los restaurantes asoma por el centro. Es en ese momento cuando Jemaa El Fna impresiona.

No obstante, también es cierto que los que tuvimos oportunidad de conocer el lugar hace unos años, un poco de encanto se ha perdido. El intento de limpiar y de ordenar las cosas, ha devaluado la originalidad y la autenticidad. El Café Argana ya no es lo que era, el aventurero también encuentra en falta a los pegajosos guias que iban detrás del turista para sacarle unos dirhams, incluso un suelo más sucio y sin asfaltar se añora. Será la globalización, o los dirigentes del país, que quieren atraer un turista más fino, pero también más rico.

Pese a todo, Jemaa El Fna, seguirá siendo la Plaza de Marrakech, de Marruecos, de África,....

De Parakou a Cotonou.

Viajar en tren por África es siempre una aventura. Cotonou es la capital económica de Benin, una ciudad grande, llena siempre de gente y de polución; junto a la costa atlántica y muy cerca de Porto Novo, la capital política del país.

Parakou es la gran ciudad del Norte donde la rudeza del clima se refleja en las calles, aun sin la contaminación de Cotonou, el ambiente se llena de polvo en época del "Harmatán" (un viento muy seco procedente del desierto). Además de ser la capital de la región más interior, Parakou basa su importancia en ser un enclave fundamental de la comunicación entre el Norte y el Sur, no solo de Benin, sino de una parte de África.

El tren que parte de Cotonou, en la costa, acaba su recorrido en Parakou, en el interior y no muy lejos de las fronteras de Burkina Faso y de Niger. Nuestro recorrido es inverso, dejamos el aire cargado de arena para llegar a la contaminación de los coches y, sobre todo, de motos que invaden las calles de la capital económica.

Para un occidental, el viaje es todo un espectáculo cargado color. A cada parada, un aluvión de mujeres y niños se abalanzan sobre los vagones para vender cualquier cosa, pero, sobre todo comida. Entonces el ambiente se llena de olores, de naranja, de carne asada, de mango,... u otros que el extranjero no puede descubrir. Los pasajeros no parecen cansados, unos descienden para descargar sus vejigas, otros para mejor negociar el precio de lo que quieren comprar. Algunos esperan a que el tren arranque para hacer su compra y el vendedor debe correr junto a la ventana para ofrecer su producto. Las paradas son abundantes y largas, como cualquier africano, el tren no tiene prisa por llegar.

Forum Barcelona 2004. El desencanto

No debe sorprender que los organizadores muestren el certamen como un gran éxito, sin embargo, casi todos sabemos que muchas cosas no funcionaron tal como estaban previstas. Por ejemplo, en los programas de los primeros días se indicaba que algunas actuaciones finalizaban en una fecha determinada, llegada esta, debía ser sustituida. Seguramente "debido al gran éxito" las actuaciones si iban prorrogando y muchas llegaron hasta el final de evento. En mi caso, acabé regalando dos entradas porque en el mes de agosto ya había presenciado algunas actuaciones cuatro veces.

Otra historia fué la escasa calidad de algunos acontecimientos, conferencias que no interesaban a nadie, debates absurdos, mucha ecología en un recinto desértico de árboles. Y los barceloneses, muchos ni se enteraron de qué era el Forum, otros lo visitaron como si fuera un parque de atracciones alavando la singularidad de unos edificios, de la gran explanada de cemento, de la placa fotovoltaica y del trenecillo que los iba paseando.

La pregunta es si el Forum se hizo unicamente para especular como sostienen algunos o si fue un fracaso de principiantes.

Forum Barcelona 2004. La idea.

Han pasado ya tres años desde que se celebró el Forum de las Culturas en Barcelona y algunos seguimos con una cierta nostalgia por lo que podía haber sido y no fué.

La idea parecía genial, un debate intercultural junto a una serie de actividades que debían mostrar la diversidad. Paseando por el recinto y de pronto me encontraba viajando por la India, luego por Marruecos, y más tarde por Burkina Faso... me sentía un verdadero trotamundos saboreando lo más exótico de cada cultura. En una tarde asistí a un concierto de música "gnawa", a una función de trapecistas, a una comedia indú,... espectáculos de base tradicional como los que podría ver en un atardecer en Djema El Fna (Marrakech).

¿Cómo se entiende tanta crítica a una idea tan buena?