martes, 17 de julio de 2007

De Parakou a Cotonou.















Viajar en tren por África es siempre una aventura. Cotonou es la capital económica de Benin, una ciudad grande, llena siempre de gente y de polución; junto a la costa atlántica y muy cerca de Porto Novo, la capital política del país.



Parakou es la gran ciudad del Norte donde la rudeza del clima se refleja en las calles, aun sin la contaminación de Cotonou, el ambiente se llena de polvo en época del "Harmatán" (un viento muy seco procedente del desierto). Además de ser la capital de la región más interior, Parakou basa su importancia en ser un enclave fundamental de la comunicación entre el Norte y el Sur, no solo de Benin, sino de una parte de África.




El tren que parte de Cotonou, en la costa, acaba su recorrido en Parakou, en el interior y no muy lejos de las fronteras de Burkina Faso y de Niger. Nuestro recorrido es inverso, dejamos el aire cargado de arena para llegar a la contaminación de los coches y, sobre todo, de motos que invaden las calles de la capital económica.




Para un occidental, el viaje es todo un espectáculo cargado color. A cada parada, un aluvión de mujeres y niños se abalanzan sobre los vagones para vender cualquier cosa, pero, sobre todo comida. Entonces el ambiente se llena de olores, de naranja, de carne asada, de mango,... u otros que el extranjero no puede descubrir. Los pasajeros no parecen cansados, unos descienden para descargar sus vejigas, otros para mejor negociar el precio de lo que quieren comprar. Algunos esperan a que el tren arranque para hacer su compra y el vendedor debe correr junto a la ventana para ofrecer su producto. Las paradas son abundantes y largas, como cualquier africano, el tren no tiene prisa por llegar.